miércoles, 24 de octubre de 2012

tiempo

Su nombre ya resuena inclusive en estos lejanos parajes de la cachaquería donde garrapateo mis cuartillas. Es un poeta popular artífice de ese deleite de los versos que son cantos para la vida y para la historia. Sus décimas embellecen a las claras las propiedades mnemotécnicas del octosílabo y, erigidas con ese metro que le habla a la música natural del oído, nos llevan a la experiencia de compartir emocionadamente una anécdota picaresca o un recuerdo luctuoso. Muy parecida a una bellísima novia que tuve en mi juventud, mi memoria infiel me ha obligado toda la vida a prescindir de la vida social literaria, de asistir a cenáculos y dictar conferencias solemnes. Y las escasas veces en que he asistido, lo he hecho con la callada actitud de quien se reconoce ignorante. Pero al recitar las décimas de Atuesta Mindiola, estaba seguro de guardarlas en el corazón de la infiel por mucho tiempo.
 





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