viernes, 29 de abril de 2011

David y Goliat se van de festival

Como cualquier macrofestival, Coachella no es lugar para sutilezas. El colocón generalizado y el buenrollismo de postal vacacional son igual de habituales aquí que en el FIB o el húngaro Sziget. La electrónica populista supera en éxito a las propuestas más inquietas, que se ven relegadas a escondidos pabellones menores. Los descomunales escenarios principales están casi reservados para el rock de estadio y artistas consagrados, cuyos éxitos resultan perfectos como hilo musical de fondo para los innumerables asistentes abonados sin complejos el despiste. el pais

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